Malezas: una batalla silenciosa en la mayor parte de las regiones productivas del país
En la mayor parte de las regiones productivas de la Argentina, el crecimiento de las malezas –además de restar productividad a los principales cultivos– encarece cada vez más los costos en una fase de precios decrecientes de los granos.
Todos los años, agrónomos, investigadores y empresarios agrícolas encaran una batalla contra un conjunto cada vez más extenso y agresivo de malezas tolerantes y resistentes a diferentes principios activos. Lo que está en juego no es poca cosa: la principal fuente de divisas genuinas con las que cuenta la economía argentina. La buena noticia es que en toda la extensión del territorio productivo argentino los encargados de hacerle frente al problema están cada vez mejor organizados.
En la zona de Azul, en gruesa existen ya varias malezas resistentes tanto a glifosato como a otros principios activos. “El tamaño de la maleza y las condiciones de aplicación pasaron a ser casi más importantes que el principio activo por utilizar. Además, existe una complicación extra por el hecho de tener, por lo general, más de una especie problemática en los lotes, lo que obliga a diseñar muy bien la secuencia de tratamientos”, explica Nicolás Tagle, asesor del CREA Otamendi y coasesor del CREA Azul Chillar. “Es evidente que una adecuada rotación con maíz –o sorgo si hubiera negocio– en primera instancia y la introducción de cultivos de cobertura, además de nuevas tecnologías de monitoreo y aplicación, son herramientas complementarias muy necesarias para reducir la población de malezas a mediano plazo”, añade.
Los nabos (Brassicas sp.), cuya presencia se advirtió inicialmente en los bordes de algunos lotes en la zona de Azul y Tandil, comenzaron a ser un problema serio –tanto en fina como en gruesa– a partir de la última campaña, con poblaciones que en algunos casos, presentan triple resistencia: a glifosato, a 2,4 D y a inhibidores de ALS. “Se trata de una maleza cuyos nacimientos se producen durante casi todo el año, lo que complica el manejo. En barbecho se emplea MCPA o 2,4 D apoyados con productos quemantes, como saflufenacil y carfentrazone en la misma mezcla; si buscamos residualidad, usamos flurocloridona o diflufenican, cuidando las restricciones de cada cultivo. En lotes de soja, se utiliza fomesafen o basagrán en posemergencia”, comenta Nicolás.
“En la próxima campaña, seguramente los lotes problema que vayan a soja se sembrarán en todos los surcos para usar la bala de plata en V3-V4 (tercer y cuarto nudo) del cultivo, por tratarse de un control más efectivo cuando la maleza es aún pequeña, dejando así que el canopeo se recupere y cierre antes de tener nuevos nacimientos de malezas”, apunta el asesor CREA. “En maíz, apuntamos a guardar una dosis de atrazina para aplicar en el estadio V4 del cultivo, para no hacer uso de herbicidas hormonales –en la medida de lo posible–, sobre todo en maíces tardíos que deben quedar bien parados a cosecha. No estamos usando aú biciclopirona + metolacloro en preemergencia, pero entiendo que podría ser una alternativa con otro modo de acción, tanto para crucíferas como para yuyo colorado (Amaranthus)”, agrega.
En la presente campaña, se registra en la zona la presencia incipiente –fundamentalmente en cabeceras de lotes y tranqueras– de yuyo colorado resistente. “Al detectar plantas sueltas dentro de lotes de soja, utilizamos fomesafen + benazolin como rescate, pero a partir de la próxima campaña en aquellos lotes que ya se han identificado como contaminados exploraremos otras opciones, aprovechando la experiencia de nuestros colegas del norte”, señala Nicolás.
El control de rama negra (Conyza spp.) no presenta mayores inconvenientes porque existen herramientas probadas de uso generalizado. “No obstante, encontramos lotes sucios, principalmente por fallas de programación o de logística, o bien cuando los preemergentes no se incorporan por falta de lluvias”, comenta el asesor. En lotes que van a soja se emplea Clopiralid en invierno (Atrazina funciona bien y con residualidad, con el inconveniente de la falta de registro), mientras que en presiembra se puede utilizar diclosulam + 2,4 D/MCPA o bien Arylex + diclosulam + 2,4 D/MCPA (no se abandona el uso de hormonal para el control de crucíferas). “En caso de fallas o retrasos importantes en el control de invierno, se puede recurrir a la técnica del doble golpe (aplicar primero un herbicida o combinación de herbicidas sistémicos y a los pocos días aplicar un quemante de contacto), aunque no es de fácil aplicación en la zona porque en nuestras primaveras los vientos intensos condicionan los momentos para lograr el mojado ideal de la maleza para evitar rebrotes”, indica.
En la zona de influencia del CREA Otamendi (Miramar) no se registran, afortunadamente, casos de yuyo colorado resistente. Son todavía puntuales los casos de nabos problemáticos, aunque en el vecino partido bonaerense de Lobería se detectaron algunos casos de yuyo colorado con resistencia a glifosato, y ya en una superficie importante, nabón (Raphanus sp.) resistente tanto a glifosato como a inhibidores de ALS. “En ambas zonas, Azul y la costa, la gramínea de invierno más complicada es el raigrás resistente a glifosato, y en algunos casos puntuales, también a algunos graminicidas”, afirma Nicolás.
En la zona de influencia del CREA Alberdi, el problema más grave está representado por el yuyo colorado resistente. “Para controlarlo, priorizamos la limpieza de los maíces antecesores de soja de primera por medio de aplicaciones de herbicidas preemergentes específicos (Adengo/Acuron), y en posemergencia, repasos con Convey u hormonales en tiempo y forma”, comenta Gerardo Chiara, asesor de los grupos CREA Alberdi y Bragado.
“Prácticamente se ha generalizado el uso de metolaclor + sulfentrazone; apenas unos años atrás, ese único tratamiento alcanzaba para controlar la maleza. Este año, en cambio, en algunos casos fue necesario realizar repasos con fomesafen en dosis que no bajan de 1,2 litros/ha”, añadió. En soja de segunda se revisan los lotes en presiembra. En caso de detectar la presencia de malezas problemáticas, se aplica Paraquat en preemergencia acompañado por metolaclor + sulfentrazone. Si las malezas aparecen una vez que se ha sembrado el cultivo, se aplica entonces fomesafen de manera temprana.
En el ámbito del CREA Bragado, la presencia de yuyo colorado resistente se evidencia de manera incipiente. En la presente campaña, poco más de un tercio del área de soja de primera recibió tratamientos de metolaclor + sulfentrazone, mientras que en lotes de maíz se han hecho repasos con productos hormonales.
En el CREA Casares-9 de Julio las malezas que generan la mayor cantidad de dolores de cabeza son yuyo colorado y rama negra. En este último caso, la maleza está bajo control, pero con Amaranthus la cuestión no es tan sencilla. “El yuyo colorado ingresó a la zona el año pasado, y este año, más allá de las estrategias de control implementadas, hubo muchos casos en los que se nos escapó”, indica el asesor del CREA Casares-9 de Julio, Agustín “Tin” Llorente. En barbechos cortos, además de aplicar Spider, se emplea 0,4 litros/ha de sulfentrazone. En aquellos casos en los cuales se registraron escapes, se aplicaron repasos con 1 litro/ha de fomesafen + 0,4 litros/ha de benazolin. “Este año comenzamos a ver raigrás resistente en varios campos de la zona. Vamos a emplear Ligate en barbechos largos para intentar reducir los nacimientos”, apunta Agustín. “Otra maleza que nos está complicando es lecherón (Euphorbia davidii), muy difícil de controlar cuando la soja ha emergido; hemos intentado tratamientos con glifosato + Pivot, con resultados muy parciales. En maíz, resulta un poco más simple de tratar con glifosato + atrazina + picloram, aunque los controles no son totales”, agrega.
En el sur de la región Litoral Sur, Echinochloa colonum comenzó a propagarse tres años atrás: primero como maleza tolerante y ahora con resistencia comprobada a glifosato, mientras que Echinochloa crus–pavonis empezó a transformarse en un problema hace dos años con un comportamiento mucho más competitivo que Colonum. “Actualmente, entre todas las malezas problemáticas, la de mayor impacto es Echinochloa”, explica Lucas Burzaco, asesor del CREA Larroque Gualeguay.
En el sur de Entre Ríos, durante la campaña anterior hubo alrededor de un 30% de lotes afectados por Amaranthus, mientras que en el presente ciclo esa proporción trepó hasta el 70%. Todas las empresas del CREA se preparan para desarrollar manejos específicos para controlar Amaranthus en la próxima campaña”, remarca Lucas. “El raigrás resistente a glifosato avanza año tres año. Actualmente, la mayoría de las empresas del CREA tienen al menos un lote con esa problemática”, añade. En lo que respecta a rama negra, si bien está presente en todos los lotes, no genera grandes perjuicios porque se conocen y aplican las metodologías necesarias para mantenerla a raya. Por su parte, la presencia de Chloris se evidencia en sectores puntuales con un avance lento (constituye un problema únicamente en campos de la zona que no realizan las rotaciones adecuadas).
En el CREA Pampa del Infierno, algunas empresas ya están requiriendo invertir en algunos casos de 40 a 50 U$S/ha para controlar Borreria verticillata con el uso de herbicidas residuales antes de la siembra del cultivo. “A partir de septiembre comienza el rebrote, y en octubre los nacimientos; desde ese momento y hasta la siembra, cada 30-40 días se aplica un desecante junto con productos residuales”, explica el asesor del CREA, Osvaldo Cubecino. “Con la aparición de los equipos de aplicación selectiva (WEEDit o Weed Seeker), el manejo se simplificó, ya que es posible ingresar al lote con anticipación”, añade. “Gomphrena, que está menos presente en los lotes que Borreria, requiere un manejo similar al de esta última, con la diferencia de que esa maleza es carpida en forma manual una o dos veces antes de la siembra”, señala Osvaldo. En las últimas campañas, Urochloa panicoides resultó ser una de las malezas que tuvo mayor dispersión. Registra nacimientos en el mes de noviembre, de manera tal que antes de ese momento es necesario aplicar residuales como las IMI (por ejemplo: imazetapir). Si se detectan escapes, se emplean graminicidas en posemergencia + acetoclor o metolaclor. En presiembra o preemergencia, en la mayoría de los casos se deseca para luego seguir realizando controles en el cultivo; como alternativas en soja se emplean graminicidas, y en maíz, Convey o Liberty.
“El yuyo colorado se encuentra hoy en muchos lotes, registrando una gran dispersión en la última campaña. El control se concentra básicamente en primavera por medio de herbicidas residuales, mientras que en caso de escapes en posemergencia, es necesario realizar carpidas manuales”, remarca el asesor CREA. “Los mejores resultados de lograron con diflufenican acompañado por metribuzin + sulfentrazone o metolaclor”, añade. “Las gramíneas perennes, como Pappophorum, Chloris y Digitaria, están en la mayor parte de los lotes, pero se aprendió a manejarlas. El primer barbecho, previo a las heladas de mayo y junio, es clave para que las gramíneas ingresen secas al invierno por medio del uso de herbicidas sistémicos. A partir de la primavera, especialmente luego de las primeras lluvias, se aplica imazapir, que constituye un muy buen controlador de matas. Posteriormente se pueden seguir haciendo aplicaciones selectivas hasta la siembra; por lo general, al menos una a dos entradas de cobertura total con residuales distintos de ALS”, explica Cubecino.
El artículo completo puede leerse en la edición de marzo de la Revista CREA.