La cebada no tiene porqué ser menos
Luego de cuatro años concluyó con éxito el Convenio CREA-Cargill. Nuevos desafíos por delante junto a Boortmalt.
Este año CREA concluyó el primer gran estudio sobre el impacto de modelos tecnológicos en el cultivo de cebada para ahora encarar el desafío de diseñar una herramienta que contribuya a agilizar la toma de decisiones.
El Convenio Cebada CREA-Cargill 2016/2019 comprendió la realización de cincuenta ensayos durante cuatro ciclos en las regiones CREA Centro, Santa Fe Centro, Sur de Santa Fe, Litoral Sur y Norte de Buenos Aires.
Las evaluaciones avanzaron sobre cuatro líneas de trabajo: modelos tecnológicos, donde se compararon planteos tradicionales de trigo y cebada (cultivar Scarlett) con esquemas de mayor tecnología que emplearon cultivares de cebada Jeniffer y Andreia; estructura del cultivo con diferentes combinaciones de fecha de siembra y densidades; nutrición del cultivo con evaluación del impacto de la fertilización con nitrogeno y fósforo; y protección, donde se exploraron distintas alternativas del manejo de la sanidad.
El modelo tecnológico no logró modificar de manera significativa el tenor proteico de ambos cultivos en diferentes situaciones evaluadas. Las variaciones, en ese sentido, dependieron fundamentalmente de las características presentes en cada campaña, donde mayores rendimientos promovieron menores niveles de proteína y viceversa.
Las fechas de siembras del mes de julio resultaron una mejor alternativa, al menos en las condiciones exploradas, al compararlas con las fechas más tempranas de mayo y junio, dado que permitieron, en diferentes niveles de densidad, obtener los mayores rendimientos en el promedio de las cuatro campañas evaluadas.
El año pasado se realizaron, a partir de datos validados en ensayos, simulaciones con diferentes variables productivas en función de la base de datos meteorológicos de los últimos 33 años. Se empleó el sistema Ceres Barley (DSSAT 4.7).
Se generaron diferentes escenarios en ambientes característicos de las localidades de Tres Arroyos (Sur de Buenos Aires), Oliveros (Santa Fe) y Gral. Pinto ( Noroeste bonaerense), en los cuales, por ejemplo, pudo evidenciarse el impacto de la fertilización nitrogenada.
“Los resultados de este trabajo muestran el potencial de los modelos de simulación para identificar tendencias y patrones generales de respuesta del cultivo de cebada”, explica José.