El desafío de la virtualidad
En marzo de 1957, Pablo Hary convocó a un grupo de amigos y vecinos para conformar el primer Consorcio Regional de Experimentación Agrícola. Con el tiempo, la red CREA fue creciendo hasta abarcar las principales regiones productivas de la Argentina, y se expandió a Uruguay, Paraguay y Bolivia.
La comunidad CREA está presente en un territorio muy vasto. La pandemia del Covid-19, con todas las complicaciones que generó, nos obligó a emplear entornos virtuales para reunirnos. Gracias a eso descubrimos que estamos más cerca que nunca, que somos parte de una red mucho más amplia de lo que creíamos y que el conocimiento contenido en ella es casi infinito.
Pablo Hary –un auténtico adelantado– comprendió desde el inicio que el trabajo en equipo y el intercambio de información entre grupos de interés eran aspectos sustanciales para la creación de la sociedad del conocimiento en la que vivimos actualmente.
Cuando surgieron los primeros grupos CREA, los únicos métodos de comunicación eran los telefónicos y los medios gráficos. Pero la tecnología avanza y, con ella, la manera de comunicarnos. Nos adaptamos a ella, de manera progresiva o forzada para sumar posibilidades, aunque las transiciones siempre requieren un período de aprendizaje.
La virtualidad, por ejemplo, genera inicialmente la sensación de que podemos estar en muchos lugares al mismo tiempo, algo que, además de ser fácticamente imposible, puede resultar agotador.
La virtualidad obligatoria nos permitió alcanzar un aprendizaje más equilibrado del valor de nuestro tiempo. ¿Tenemos necesidad de estar físicamente en un lugar cuando podemos realizar la reunión en un entorno virtual? También nos dio la posibilidad de revalorizar el valor del acto presencial. ¿Qué resulta insustituible en una comunicación cara a cara? (manteniendo, claro, la distancia adecuada hasta que finalice el período de emergencia sanitaria).
Además, el valor de la red CREA crece a medida que la información fluye a través de ella para generar –si se presentan las condiciones adecuadas– conocimiento que permita aportar valor creciente a las empresas y a las comunidades que integran el ámbito agropecuario.
Por esa razón, la posibilidad de contar con nuevos canales que potencien la cantidad y la velocidad de transmisión de la información producida, constituye una gran oportunidad.
Gracias a la pandemia, el uso generalizado de plataformas virtuales terminó imponiéndose en un par de semanas, algo que, sin ese evento fortuito, quizás hubiese demorado un par de años en introducirse en nuestros hábitos. A veces, los cambios se producen a los saltos.
La plétora de reuniones virtuales que muchos tuvimos en las últimas semanas nos permitió acercarnos y redescubrir una red extendida que nos puede aportar mucho más valor del que estábamos extrayendo.
Con el tiempo, seguramente encontraremos un equilibrio que nos permita sacarle todo el provecho posible a esta nueva herramienta y a la red. Lo mejor está por venir.
Michael Dover. Presidente de CREA